Cómo mantener la cristalería en buen estado

Como a los seguidores del mundo del motor le gusta tener sus coches a buen recaudo, a los amantes del vino les gusta tener sus copas en buen estado. Porque ya en su momento confirmamos que el vino, mejor en copa y analizamos los distintos tipos que había para cada tipo de vino.

Hoy en Ponte da Boga vamos a aprender a cuidar de nuestra cristalería para mantenerla en buen estado por más tiempo. Para ello hay una serie de claves que deberíamos cumplir siempre:

  • Lavar las copas con agua tibia y jabón neutro.
  • Secarlas con un trapo adecuado.
  • Y guardalas en un lugar protegido.

Pero vamos a profundizar más y explicar el proceso a seguir en cada uno de los pasos.

Remojo

Para empezar lo mejor será no dejar que la suciedad se seque en nuestras copas. Así que si después de esa cena en casa con amigos no tienes pensado fregar los platos antes de irte a la cama, al menos deja las copas a remojo.

Puede que sea un poco complicado introducirlas todas a la vez en el fregadero o sobre un recipiente, así que la forma ideal de ponerlas a remojo sería llenarlas de agua tibia. De esta forma evitaremos que las manchas se sequen y facilitaremos el lavado al día siguiente.

Lavado y aclarado

Lo más importante, como decíamos, es lavar en agua tibia. La temperatura templada nos facilitará la limpieza de manchas al tiempo que, evitando el agua caliente, conservaremos el buen estado del cristal.

Además, como si de nuestro pequeño bebé se tratase, debemos utilizar un jabón neutro. Algunos expertos incluso hablan de no utilizar jabón, pero en restauración se utiliza para garantizar la higiene. En todo caso, utiliza siempre limpiadores no abrasivos e inodoros para evitar que las copas transmitan olores y sabores a tu próximo sorbo de vino. Para ello, un buen aclarado también es clave.

Si la copa tiene manchas muy resistentes se puede recurrir al vinagre, ya que es un eficaz limpiador que, además, aportará brillo a nuestra cristalería.

Secado

Tan importante como el lavado es el secado. Al igual que sucede con los restos de detergente, la humedad también puede afectar a nuestras catas de vino. De hecho, expertos como Ferran Centelles asegura que ambos elementos inhiben la actividad chispeante de las burbujas. Por ello este paso también es crucial.

Lo ideal, dejarlas unos minutos boca abajo para permitir que el agua se escurra. Es entonces cuando cogeremos una a una nuestras copas y las secaremos a mano con un trapo que no suelte pelusas, ya que arruinaría el trabajo realizado hasta ahora. Lo ideal es un trapo de lito, como el que usa en restauración.

La forma de hacerlo correctamente es sujetar las copas por la base e introducir con la otra mano el trapo en el interior. Iremos girando poco a poco para asegurarnos de secar completamente el recipiente. Con este sistema evitaremos ir manchando la copa con nuestros dedos a medida que la manipulamos.

Almacenamiento

Y el último paso es guardalas correctamente. Al contrario de lo que se suele hacer en la mayoría de hogares, lo ideal es almacenarlas boca arriba. De este modo conseguimos que el borde de la copa, que al final es la parte que más tenemos que cuidar al rozar nuestros labios, esté en contacto con materiales que le puedan transmitir olores.

Eso sí, la alacena ha de estar cerrada para evitar la entrada de polvo y sería ideal que estuviese fuera de la cocina o, al menos, alejada de la zona de humos para evitar que la comida le transmita olores e incluso suciedad.

Si seguimos este proceso cada vez que utilicemos nuestras copas, o al menos con aquellas de más valor, mantendremos la cristalería en buen estado más tiempo.