Desde el principio de los tiempos el hombre ha decorado sus útiles, su cuerpo o sus hogares. Lo hizo por motivos religiosos o mágicos, para narrar su propia historia o con un simple objetivo decorativo. La copa de vino, recipiente de culto por excelencia, no se libró de esta liturgia ornamental durante siglos, sin duda por su especial connotación simbólica. Hoy en día son muchas las personas que, de algún modo, continúan ese tipo de tradiciones y decoran sus copas a mano para hacer de ellas un objeto único, personalizado y singular.
Esa semiesfera que, en ocasiones, recuerda a los hemisferios del globo y a ciertos símbolos cósmicos, tienen un encanto espacial. Por ejemplo, cuando dos copas se contraponen sus significados se vuelven antónimos fáciles de discernir; el cielo y la tierra; la noche y el día; el bien y el mal. La copa es para muchas civilizaciones el receptáculo de las energías celestes. También es la abundancia o la inmortalidad. Ha servido en diferentes cultos religiosos como depósito de ofrendas, de sacrificios, o de acoger el más preciado de los líquidos; la sangre de Cristo, o la ambrosía de los dioses del Olimpo.
Desde tiempos inmemoriales las copas de vino, presentes en diferentes liturgias, se han decorado con diferentes motivos religiosos y festivos. Ahora esta tradición pictórica en la copa parece haber vuelto con fuerza, como si fuera su destino inevitable.
Y es que las modas en muchas ocasiones no son más que el regreso de tradiciones para recuperarlas y adaptarlas a los nuevos tiempos. Sin duda este renacer decorativo de los cálices es una realidad innegable. Vuelve a estar de moda y no parece que sea por un auge de devotos en las liturgias cristianas, y mucho menos por un aumento de los sacrificios celestiales. Así es la moda. Y las redes sociales han catapultado y acelerado esta tendencia que ha tomado una velocidad de vértigo. Solo hay que echar un ojo en los media para darse cuenta que los tattos coperos son lo más cool.
Se pintan a mano. Se personalizan y se decoran por sus destinatarios finales. Nada de ayuda externa, pues eso le quitaría toda frescura del trazo. Son ideales para celebraciones de todo tipo y son, a juzgar por los cientos de comentarios que circulan por la red, un éxito asegurado.
Incluso hay temáticas predefinidas. Para bodas, bautizos y comuniones. Y, por supuesto, para Halloween, Navidad o Carnaval. Las opciones son infinitas por lo que se ha erigido en un arte contemporáneo que únicamente precisa de destreza con el pincel, pintura para vidrio y un pelín de paciencia.
¿Cómo se pintan?
Lo primero que hay que tener en cuenta es la limpieza. Es fundamental que la superficie esté libre de suciedad. Para ello se suele utilizar un limpiador especial para vidrio. Ni una mota de polvo debe quedar sobre la superficie de la copa que deseamos pintar a mano. No deseamos trazos borrosos, así que afanémonos en la limpieza.
El siguiente paso, digno de cualquier pintor de brocha gorda, será encintar el borde de la copa o para los más puestos en la materia el masking tape. Por higiene, es fundamental no pintar superficies que vayan a estar en contacto con la boca. De ese modo, evitaremos intoxicaciones accidentales. Mucho cuidado con este paso. Es fundamental.
Después, podemos comenzar a pintar directamente sobre el cristal a mano alzada o bien ayudados de plantillas para los menos duchos en la técnica pictórica.
Tras la aplicación de la capa cromática, con el fin de fijar la pintura, en ocasiones es necesario un baño de calor en el horno o una capa de un barniz especial para cristal.
Recordemos los pasos para hacer de tu copa un objeto único con el pintado a mano:
- Limpiar bien la superficie de la copa.
- Proteger el borde de la copa. Debe quedar libre de pinturas o barnices la zona que tendrá contacto con la boca.
- Pintar a mano alzada o ayudados de plantillas.
- Aplicar barniz especial para cristal.
Esta opción decorativa es ideal para sorprender a catadores y comensales, al tiempo que constituye una buena forma de envolver este zumo sagrado.
Esta moda de pintar las copas y decorarlas a mano ha venido para quedarse y pronto, durante la organización de nuestras cenas o comidas familiares o entre amigos, tendremos en cuenta el arte de la copa de vino como un elemento imprescindible a considerar.
Ahora ya sabemos otro modo de sorprender a los participantes en una cata de vino…
¡Preparemos los pinceles!