Terra de Caldelas, tierra de fuerte y uva


Estamos en Terra de Caldelas donde el Río Sil ejerce de anfitrión en un paisaje que nos envuelve: sus aguas se entremezclan con los viñedos y recorren los bancales que parecen haber sido esculpidos por el mismísimo Ramón Conde.
Las sierras de San Mamede y Queixa nos saludan enardecidas invitándonos a descubrir una tierra custodiada por la Historia. Tenemos los pies sobre la capital, Castro Caldelas, el centro funcional de la comarca que nos habla de un castillo, testigo de las Guerras Irmandiñas, que vio como parte de su fortaleza se rendía ante las Revueltas. Tiempo después, el Conde de Lemos la reconstruyó pero, la Guerra de la Independencia tuvo un final trágico: el General Loison ordenó incendiar la villa y el castillo. A finales de la Edad Media el castillo se reconstruyó y hoy, en el S.XII podemos presumir de su visita.
Alejándonos del fuerte, las aldeas de Vilarellos, Susaos y El Burgo, núcleos históricos de gran valor artístico, merecen ser visitadas. En la Sierra del Burgo nos esperan diversas rutas de senderismo, bicicleta de montaña e incluso la práctica del parapente. Al nordeste, la llamada Ribeira Caldelá, de pronunciadas laderas y terrenos pizarrosos, resulta de gran interés por su entorno natural y su paisaje. En nuestro camino nos podemos encontrar con la casa natal del ilustre galleguista y polígrafo, Vicente Risco.
No pasan desapercibidos los miradores de Pena de Matacas, en Paradelas, Pena del Sastre en Alais y Pena del Xabrego, en Santa Tegra. La oferta lúdica es completada por la existencia de un área recreativa en el margen del río Edo en la propia villa y de otra ya en el Sil, ambas con playas fluviales. Las aguas del Edo resultan también ideales para la pesca de la trucha.
Pero más allá de lo increíble de sus vistas, Castro Caldelas atrae por su oferta lúdico-gastronómica. Una de las fiestas más famosas es la Fiesta de los Fachos en la que los hombres de la villa encienden grandes antorchas hechas de paja que portan en procesión hasta el fuerte. Una vez allí vuelven a la villa, donde hacen con ellas una gran hoguera y bailan y cantan a su alrededor. Esto ocurre en la noche del 19 de enero.
En Terra de Caldelas tenemos los mejores aguardientes de Galicia, ¿y qué decir de los vinos? acompañados de mantecados, bicas, castañas o vacuno hacen de la boca algo más que agua…