Maridajes entre panes y vinos

Con pan y vino se anda el camino… Este refrán tan mediterráneo nos habla de la alimentación necesaria para llevar a cabo cualquier odisea, lo que significa que para llevar a buen puerto una idea o un proyecto es necesario contar con las herramientas necesarias. Pero, dejando a un lado el refranero popular, debemos recordar que estos dos preciados alimentos y fundamentales de la dieta mediterránea han formado parte de nuestra historia y de nuestra evolución como civilización occidental. El pan y el vino nos han acompañado durante siglos, son parte de nuestra esencia, de nuestra vida, desde hace milenios, y sus combinaciones también son innumerables.

En el pasado el pan constituía la preferente fuente de alimentación de una gran parte de la población. En las últimas décadas, tras los cambios socioeconómicos de los países desarrollados, la situación cambió y se fue dejando de un lado la calidad de este producto. En la actualidad, volvemos a nuestros orígenes. La situación ha cambiado y ahora  los consumidores buscan un pan de calidad que no pierda la esencia de sus ingredientes. Lo mismo pasa con el vino, la nobleza del caldo gana enteros y se valora cada día más. Es por ello maridar bien estos dos manjares significa una victoria desde el punto de vista gastronómico.

Hoy en día disfrutamos de estos dos alimentos, no como fuentes calóricas para aguantar un largo viaje como pasaba en tiempos pretéritos, sino para sacarles el mayor partido desde el punto de vista culinario en todas sus formas y combinaciones.

El pan es un alimento único a la hora de catar vinos, algo muy a tener en cuenta y como hemos visto en las líneas anteriores no es pura casualidad, sino pura historia. En todos los restaurantes se nos ofrece un vino acorde al menú que degustaremos, pero qué pasa con el pan, ¿Sucede lo mismo?

El maridaje del pan y el vino en las diferentes comidas es importante a la hora de disfrutar en su plenitud de estos dos manjares. Un pan para cada vino, siempre que se pueda, hará que gocemos más de sus cualidades.

Recomendaciones

Como hemos señalado los maridajes entre panes y vinos son muy variados pero hay conjugaciones que no suelen fallar. Por ejemplo, el pan integral necesita del fuerte sabor de un  vino de Rueda de la misma forma que un buen pan con aceite es perfecto un blanco a baja temperatura como el Sauvignon Blanc.

Los panes gallegos, de gran corteza y mucha miga, son ideales para ligarlos con los tintos tempranillos o Merlot, pero si el pan es blanco, sin semillas, lo ideal será un tinto con cuerpo como un Rioja o Ribera del Duero. En cuanto al  pan blanco de Hogaza, la mejor opción para potenciar el sabor será un blanco, por lo que un Godello de la Ribeira Sacra.

Hay ciertas reglas que se pueden seguir para realizar una cata casera con amigos. Es muy recomendable y se dispone de una pequeña bodega se podrán apreciar estos dos alimentos de nuestra dieta para sacarles el mayor partido posible. Primero debemos mimar nuestra cantina con distintos vinos tintos; un joven, un crianza, un reserva y un gran reserva. Después comenzaremos a combinar cada uno de estos caldos según la siguiente  norma: Vino dulce con pan con azúcar, vino amargo con pan y aceite de oliva y los vinos más salados con panes rústicos e integrales.

De todas formas, las reglas están para romperlas, eso sí haciéndolo con estilo. Maridar estos dos productos no es lo difícil,  solo se debe  experimentar para alcanzar y potenciar esta mezcla de sabores de la tierra. El consejo de los expertos catadores es tratar de ajustar el equilibro entre las características de un pan y de un buen vino. Con el tiempo se aumentará el conocimiento sobre el maridaje entre estos dos productos tan presentes en nuestra dieta.

En cualquier caso, como cada maestrillo tiene su librillo queremos saber vuestras recomendaciones para maridar pan y vino. Contadnos ¿cómo hacéis vosotros camino?