Un buen vino como los de Ponte da Boga no suele durar mucho, está tan rico que parece que se evapora. La mayoría, cuando vaciamos la botella, la tiramos al contenedor de vidrio pertinente (sí, tú también lo haces, no mientas). Al hacer esto nos estamos deshaciendo de un material que nos ofrece múltiples posibilidades y que puede ser un estupendo elemento de decoración: el vidrio. Si pensáis que reciclar una botella de vino para darle un nuevo uso es una ardua tarea estáis muy pero que muy equivocados.
Vamos a intentar ofreceros una pequeña hoja de ruta para que conozcáis cuáles son los pasos básicos para insuflar a nuestra querida botella una nueva vida y evitar que acabe descansando en el oscuro contenedor del vidrio. Os advertimos desde ya que estas indicaciones únicamente serán la base de todo el trabajo posterior porque para obtener el producto final hay que condimentarlo con lo más importante: la imaginación (aviso para navegantes, no la encontraréis en el mercado de la esquina de vuestro barrio).
- Lo primero será desvestir delicadamente nuestra esbelta botella. Somos conscientes de que las etiquetas de Ponte da Boga son puro arte pero en este caso preferimos dejar el recipiente tal y como vino al mundo.
- Luego, dependiendo del nuevo uso que tengamos en mente, tendremos que dividir la botella en las partes que sea necesario. Como buenos cirujanos, necesitaremos un corte limpio, y el vidrio es un material que se presta a ello. Si lo sometemos a temperaturas extremas (de frío y de calor) podremos conseguir nuestro objetivo. Pero como no podemos cortar a ciegas, antes de llevar a cabo este paso acudiremos a una ferretería y nos haremos con cortavidrios (bueno, bonito y barato), que nos permitirá resaltar las líneas de corte.
- Con nuestras líneas maestras ya designadas procederemos a aplicar calor por esa zona. La mejor forma de hacerlo es con una vela o un mechero. Sin prisa pero sin pausa iremos dándole vueltas sobre la llama a la zona marcada de la botella. Unos pocos minutos bastarán para que la superficie se caliente lo necesario.
- Cuando la zona delimitada esté lo suficientemente caliente introducimos la botella en un cubo con agua fría y hielos que habremos llenado previamente (hay que ser previsores). Y… ¡magia! Este enfriamiento tan rápido provoca un fuerte contraste de temperaturas y lo que conseguiremos al instante será un corte limpio en la zona que habíamos marcado.
- Por último, y sea cual sea el uso que le vayamos a dar a nuestra preciosa ex botella, debemos lijar los bordes de los trozos resultantes para evitar cualquier disgusto. Así conseguiremos un acabado suave y redondeado que nos permitirá trabajar con el material sin miedo alguno.
Ya tenéis la base de vuestra tarta de vidrio, ahora solo falta comenzar a añadir capas para que el pastel esté completo. Como uno no elige cuando lo inunda la inspiración y como dicen que, a veces, estimulándola es más fácil que esta despierte de su letargo, vamos a poner una serie de ejemplos de lo que podemos hacer con este material.
- Lámpara: la luz tenue inundará tu habitación aportando un toque de lo más sofisticado.
- Candelabro: parecerá que formas parte de una película.
- Perchero: con un poquito de cola conseguirás un útil objeto que atraerá todas las miradas.
- Vasos o copas: sorprende a tus invitados con unos diseños espectaculares. Querrán saber dónde las has comprado.
Nosotros sabemos que lo importante de una botella es el vino que lleva dentro y que tanto trabajo ha costado extraer. Pero, ya que es tuya (recuerda que la has pagado) ¿por qué no sacar ese manitas que seguro que llevas dentro? ¡Dale una nueva vida!