¿Cómo afecta el clima al proceso de vinificación?

Durante el proceso de elaboración del vino es esencial el factor climático. De nada servirá una buena uva, un buen trabajo de cosecha, o una magnífica fermentación, sin contar con la influencia del clima.

Y es que este factor es responsable de la maduración de la uva. Las lluvias caídas durante el año de maduración, la temperatura, la cantidad de sol o la humedad, son claves a la hora de valorar una cosecha. Gran parte del trabajo o del producto final en una cosecha dependen en gran medida del clima.

Según los expertos, el clima ideal partiría de una combinación de humedad y calor, lo que ayudaría al crecimiento de la uva en sus diferentes etapas. Pero, al mismo tiempo, también sería positivo que las condiciones meteorológicas sean las habituales de cada estación, sin alteraciones considerables. O lo que es lo mismo, que el invierno sea frío, con una posterior primavera suave, aunque con abundante lluvia, y con un verano caluroso y seco.

 

En este sentido, no son apropiadas las regiones demasiado húmedas, con escasa radiación solar. Es habitual que los puntos geográficos más conocidos por su buen vino se hallen bajo la influencia de un clima seco, con lluvias concentradas a finales del otoño y durante el invierno, y con una gran amplitud térmica, o lo que es lo mismo, abundante sol de día y baja temperatura durante la noche. Para hacerse una idea de cuan importante es la cantidad de lluvia para una vid durante una temporada, se necesitan entre 700 y 800 mm de agua para su desarrollo.

Ahora, gracias a la ciencia, confirmamos lo que muchos antiguos pregonaban por su experiencia. El desarrollo de las sustancia aromáticas y la evolución de los pigmentos del color, aquello que le dan al vino su textura, dependen de esta variación de temperatura.

El clima influye en la velocidad de maduración

Gran parte del éxito o del fracaso de una cosecha se basa en la velocidad de maduración de la uva y esta es consecuencia directa del clima. En este caso los profesionales enólogos o viticultores estudian el clima con preocupación puesto que este factor les da mayor información sobre el proceso de maduración.

En ocasiones la vendimia se retrasa o se adelanta dependiendo precisamente de la meteorología que se haya producido en la campaña en curso y que por lo tanto sufrido la vid. Asimismo, el grado de madurez de la uva definirá el tipo de vino, más o menos dulce. Y es que una cosecha tardía deshidrata las uvas y, por tanto, concentra una mayor cantidad de azúcar.

El cambio climático puede variar la identidad de los vinos de cada zona

En las regiones vinícolas se vive con preocupación el cambio climático puesto que las consecuencias derivadas de las drásticas variaciones del tiempo están afectando de forma grave a las cosechas. De hecho, en años pasados, las temperaturas elevadas continuadas han provocado que las uvas no adquieran el tamaño adecuado.

El clima de una determinada zona le confiere a ese terreno y a sus productos sabores y texturas concretos que, de cambiar el clima, podrían alterar su propia identidad. Es un tema preocupante para los cosecheros puesto que es de vital importancia que el clima de cada región no experimente este tipo de alteraciones drásticas.

Una excepcional añada es irrepetible y esto se debe en gran medida a la climatología soportada durante una temporada concreta. Muchas veces escuchamos lo excelsa que puede ser una cosecha, y sin embargo, en el mismo lugar, con el mismo tipo de uva -que ha tenido los mismos mimos y gracias- se puede obtener un vino completamente diferente.

El clima y la meteorología de cada cosecha son tan decisivos en una añada que nos obliga a hacer una reflexión. Ahora sabemos con certeza que muchos de estos climas cambiantes se deben a la acción  del hombre, a la desproporcionada explotación de los recursos del planeta, que tienen sus consecuencias en el clima y por tanto en los vinos del futuro. Cuidemos nuestro planeta.