Ya hemos entrado en la estación del año favorita para muchos: el verano. Las altas temperaturas consiguen que nuestras rutinas más interiorizadas cambien. Sabemos que en otros meses más fríos un buen plato de caldo se presenta como un manjar divino, pero en la época estival lo que se lleva son las ensaladillas, las ensaladas de pasta… Es decir, alimentarse y refrescarse a la vez. Lo mismo ocurre con los vinos ya que, aunque nosotros somos de la idea de que todos los caldos son perfectos para cualquier época del año, hay algunos que son idóneos para degustar cuando el calor acecha.
En verano buscamos vinos con una textura más ligera, de sabores afrutados y frescos. Sí, de esos que hacen que nuestra copa se vacíe sin darnos cuenta y logran que, por unos minutos, nos olvidemos del sofocante calor que ha conseguido que no peguemos ojo en toda la noche.
Como os hemos dicho antes, es hora de desterrar la leyenda de que los caldos blancos son exclusivamente para el verano y los tintos es mejor reservarlos para cuando los termómetros caen en picado. Esto es, literalmente, un topicazo. Es cierto que las características de algunos vinos hacen que sus sabores se desplieguen más y mejor en una época determinada del año, pero existe una amplia gama de posibilidades que hará que, por ejemplo, si eres amante acérrimo de los tintos no tengas que renunciar a ellos en verano.
Precisamente, en nuestra bodega contamos con diferentes variedades que demuestran todo esto que estamos diciendo. ¿No las conocéis? Bueno, entonces es hora de preparar vuestra despensa para disfrutar del verano al cien por cien.
- Ponte da Boga Mencía 2016: la uva Mencía tiene la capacidad de crear vinos frescos que expresan muy bien las características del lugar del que proceden. En este caso, de los terruños de la Ribeira Sacra; donde es cultivada en suelos de pizarra, esquisto y grava, sobre las laderas del Sil y Miño. Este vino forma parte de una añada excelente donde el clima atlántico mostró su cara más amable y mediterránea, lo que permitió una perfecta maduración de la uva. Este conjunto de singularidades dotan al vino del perfil fragante y elegante habitual, complementado por una singular golosidad.
- Ponte da Boga Godello 2016: la uva Godello tiene un elevado potencial aromático y podemos presumir de que es autóctona de nuestra zona ya que se desenvuelve en la ribera del río Sil. El Ponte da Boga Godello es delicado y a la vez resultón, una combinación perfecta para esos atardeceres de verano en los que se respira tranquilidad. Nace y crece sobre suelos de esquisto y grava y las condiciones climáticas de Ribeira Sacra le permiten tomarse un respiro en la fase de maduración. El resultado: se obtiene un vino lleno de matices, con un paladar delicioso.
- Bancales Olvidados 2015: otro espectacular resultado de la maduración de uvas Mencía. Se le bautizó así para “homenajear y reconocer el esfuerzo que supone mantener en pie el cultivo de parcelas imposibles, que requieren el amor infinito del viticultor a su tierra”. Está hecho de uvas diferentes, las más duras y resistentes de su especie. Y es que nacen en antiguas cepas que se aferran a la roca día tras día. El verano también es una época de reconocimientos, y este es uno de ellos.
- Ponte da Boga Albariño 2015: ¿a quién no se le apetece una estrecha copa de Albariño en un día cualquiera del mes de agosto con el termómetro sobrepasando los treinta grados? Por algo una de las fiestas más populares del verano gallego es la ‘Fiesta del Albariño’ que se celebra en Cambados año tras año. Estamos hablando de un vino destinado a refrescar nuestro paladar.
Ya ha llegado el verano y te hemos dado las suficientes herramientas vinícolas para sobrevivir a esta sofocante estación. Ahora queda la parte más importante:
¿Por cuál Ponte da Boga te decidirás?